Pizza, fideos con tuco, ensalada de lechuga, tomate, papa, huevo y brotes, completa, completísima.
Puede ser también pollo al horno o alguna milanesa. No es que sea nada del otro mundo, es que ese lugar es todo su mundo y yo, después de tener la misma conversación durante años, la miro y me río.
Es que si todos pudieran ver cómo se rie, cómo disfruta de los detalles, cómo baila tan mal y la pasa tan bien, cómo sufre en silencio sin molestar a nadie y cómo me ayuda...todos reirían conmigo, no tengo dudas.
-¿Vos qué vas a comer?
-No sé boluda, no tengo la menor idea, pero ojalá que sean pastas. Por favor que no sea pescado, qué no sea pescado!
-Jajaja, no sabés cómo están los morrones de mi huerta. Ricos morrones.
-Ojalá mi balcón soportara al menos una albahaca, dudo que llegue a los morrones
-Cuando te mudes para acá, vas a ver...Sigue en venta el departamento que vimos el otro día...
-Me estás jodiendo...vos sabés que
-Che, ya te dije que no me gusta que hablemos en clase, después la seguimos
-Pelotuda
Camina escuchando reggae y ska, liviana después de tanta tormenta.
¿Quién se atrevió a decir que la lluvia la iba a detener? Pero si hasta la he visto sacudirse el cuerpo empapada, cual perro, dar algunos pasos y salir airosa. Huracanes, tornados e inundaciones, siempre la misma actitud.
La veo llegar. Mis ojos se agrandan, mis mejillas se levantan, se ensancha la comisura de mis labios. Sonrío.
-Boluda sos un témpano de hielo
-Siempre me costó el temita de la cuestión corporal
-Pero te juro que te abrazo y no te siento, por más que te aprete
-Es que me pone incómoda que me estén demasiado cerca
-Te estoy dando amor
-Ya sé, pero me cuesta igual
Como dos manos que se entrelazan en perfecta armonía, a veces sentimos igual.
Ella piensa donde ya reflexioné. Yo piso las mismas baldosas flojas de las que ella se quejó. Reímos de la misma manera y compartimos el silencio.
Hoy miramos el cielo casi con la misma incertidumbre y con la misma certeza.
Le pido a las estrellas que estos días titilen con más intensidad . Le pido a la luna que sea tu confidente en mi ausencia. Te abrazo fuerte todos los días, sea donde sea que esté. Y por más lejos que nos encontremos, aunque sólo sea un tren y un bondi de distancia, se que sonreímos internamente y pensamos al unísono: Ya va a pasar, será sólo una anécdota más.
-¿Te imaginás a los nenés con esos tremendos ojos azules y tu pelo?
-Sí, ya me lo han dicho. Van a ser preciosos
-¿Y los voy a poder llevar a la plaza? ¿Me los vas a prestar?
-Sí, claro que sí, en algún momento tengo que coger yo también
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