La
imagen que conservo son nuestras manos entrelazadas, un rojo (mis uñas), un
celeste oscuro chillón y brilloso (las suyas) y un verde esmeralda de su anillo
de dimensiones irritantes. Yo tenía la cabeza apoyada en sus hombros, su cuerpo
me cubría del frío, y las dos mirábamos para el mismo lugar. No sé porqué
habían prendido la ventilación en esas 4 paredes de durlock. Acababa de empezar
el otoño, un otoño frío, de esos que dan pocas ganas de salir a la calle.
“Yo soy
tu aspecto de la vida del sentido común”, le dije antes de entrar a ver a los
poetas. “Estás militando, discutís sobre política, acá venís y todos los
escritores independientes te saludan, escuchás poesía…¿y yo?, te cuento que tu
prima no me da bola.” Se rió muy fuerte y me dijo que me quería mucho. Se rió
porque no es un problema, siempre fue así. Yo miré el cielo, que ya estaba
oscuro, traté de ver alguna estrella, pero las luces de la calle me lo
imposibilitaron. El comentario pasó, yo se lo dije porque tenía que saberlo,
¿por qué no habría de?, si está todo bien.
Hace un
rato me mandó un mensaje de texto que decía: Che, nunca pensaste que hacernos
un tatuaje puede ser una excelente idea?
De la nada y hacia la nada. Esos son todas las conversaciones que
tenemos y no sé qué tienen de especial, pero son increíbles.
Así que
ahí estábamos, en una sala con una acústica malísima (ahora me hago la que me
interesa el sonido), dándonos calor la una a la otra y yo haciéndole mimos con
la mano. Fue en ese momento y con la combinación de esos tres colores que pensé
“este es nuestro amor, esto somos”.
Ella me
enseñó que el porro no es un escape, que los edificios mentales son el peor
enemigo del ser humano y que la locura, acompañada de la risa, es la vida.
Yo te
hubiera cagado a palos esta semana, te merecías unas buenas piñas en la cara.
Esa es nuestra combinación perfecta: querernos, odiarnos y volvernos a querer.
Por eso funciona tan bien. Pasa que todos quieren quererse todo el tiempo…y
cuando se odian se preguntan ¿por qué no nos estamos queriendo? Empiezan los
cuestionamientos y se pierde…porque no saben esperar…yo tampoco supe.
Puta!
La concha de tu madre, pendeja pelotuda! No es así! “Seguimos siendo amis,no?”
Obvio que sí idiota, porque no tiene que ver con discutir. Ahí me doy cuenta de
ese amor, que poco tiene que ver con todos los amores que he practicado. Fluye,
tranquilo, es y deja ser.
¿Sabés
que quiero aprender de vos ahora? De lo que hiciste ayer a la noche, de lo que
vas a hacer el lunes con él y el jueves con el otro. Y lo más lindo es, maldita
osa polar, que jamás te propusiste nada. Coger? No boluda, nosotras cogemos de
otra manera, cogemos todos los días y prolongamos el orgasmo, pero no con el
cuerpo. Qué linda colita que tenés! Voy a nalguearte cuando te vea.
Vos te
comprás base, sombras, delineadores, pestañas postizas…todo importado, te
planchás el pelo y te ponés suecos. Yo salgo con la cara lavada, gracias que me
paso el peine y logro controlar mi pelo y uso las mismas zapatillas Converse
desde que tengo 15 años. Y así vamos…agarradas de la mano, y los pelotudos nos
miran, como si fuéramos tortas…como si ser torta significara algo importante
como para ser visto…como si no entendieran nuestro amor.
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