-¿Qué vas a hacer a partir de ahora?
-Voy a escribir una novela ¿Qué te parece?
-Me parece muy bien ¿Qué tipo de novela?
-Una buena novela. Buena para mí. Yo no creo que tenga talento ni nada de eso. Pero, como mínimo, pienso que si uno, cada vez que escribe, no se vuelve un poco más sabio, entonces no tiene ningún sentido escribir
-Claro
-Escribir para ti mismo...O escribir para las cigarras
-¿Las cigarras?
-Sí

mayo 12, 2012

El materialismo dialéctico que nunca entendí


La imagen que conservo son nuestras manos entrelazadas, un rojo (mis uñas), un celeste oscuro chillón y brilloso (las suyas) y un verde esmeralda de su anillo de dimensiones irritantes. Yo tenía la cabeza apoyada en sus hombros, su cuerpo me cubría del frío, y las dos mirábamos para el mismo lugar. No sé porqué habían prendido la ventilación en esas 4 paredes de durlock. Acababa de empezar el otoño, un otoño frío, de esos que dan pocas ganas de salir a la calle. 

“Yo soy tu aspecto de la vida del sentido común”, le dije antes de entrar a ver a los poetas. “Estás militando, discutís sobre política, acá venís y todos los escritores independientes te saludan, escuchás poesía…¿y yo?, te cuento que tu prima no me da bola.” Se rió muy fuerte y me dijo que me quería mucho. Se rió porque no es un problema, siempre fue así. Yo miré el cielo, que ya estaba oscuro, traté de ver alguna estrella, pero las luces de la calle me lo imposibilitaron. El comentario pasó, yo se lo dije porque tenía que saberlo, ¿por qué no habría de?, si está todo bien. 

Hace un rato me mandó un mensaje de texto que decía: Che, nunca pensaste que hacernos un tatuaje puede ser una excelente idea?  De la nada y hacia la nada. Esos son todas las conversaciones que tenemos y no sé qué tienen de especial, pero son increíbles. 

Así que ahí estábamos, en una sala con una acústica malísima (ahora me hago la que me interesa el sonido), dándonos calor la una a la otra y yo haciéndole mimos con la mano. Fue en ese momento y con la combinación de esos tres colores que pensé “este es nuestro amor, esto somos”.  

Ella me enseñó que el porro no es un escape, que los edificios mentales son el peor enemigo del ser humano y que la locura, acompañada de la risa, es la vida. 

Yo te hubiera cagado a palos esta semana, te merecías unas buenas piñas en la cara. Esa es nuestra combinación perfecta: querernos, odiarnos y volvernos a querer. Por eso funciona tan bien. Pasa que todos quieren quererse todo el tiempo…y cuando se odian se preguntan ¿por qué no nos estamos queriendo? Empiezan los cuestionamientos y se pierde…porque no saben esperar…yo tampoco supe. 

Puta! La concha de tu madre, pendeja pelotuda! No es así! “Seguimos siendo amis,no?” Obvio que sí idiota, porque no tiene que ver con discutir. Ahí me doy cuenta de ese amor, que poco tiene que ver con todos los amores que he practicado. Fluye, tranquilo, es y deja ser. 

¿Sabés que quiero aprender de vos ahora? De lo que hiciste ayer a la noche, de lo que vas a hacer el lunes con él y el jueves con el otro. Y lo más lindo es, maldita osa polar, que jamás te propusiste nada. Coger? No boluda, nosotras cogemos de otra manera, cogemos todos los días y prolongamos el orgasmo, pero no con el cuerpo. Qué linda colita que tenés! Voy a nalguearte cuando te vea. 

Vos te comprás base, sombras, delineadores, pestañas postizas…todo importado, te planchás el pelo y te ponés suecos. Yo salgo con la cara lavada, gracias que me paso el peine y logro controlar mi pelo y uso las mismas zapatillas Converse desde que tengo 15 años. Y así vamos…agarradas de la mano, y los pelotudos nos miran, como si fuéramos tortas…como si ser torta significara algo importante como para ser visto…como si no entendieran nuestro amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario