Anduve hoy con esa capita fina de agua recubriéndome los ojos.
Avancé en colectivo por la ciudad, y mientras el se movió, yo no fui a ninguna parte
En ese asiento huérfano, acurrucada, hecha casi una bolita, viendo los autos pasar, lloré despacito y lento. Sin prisa y sin nada que hacer.
Sumé todos los silencios, me los apropié y dejé que me habitaran. Me invadieron y así en algún momento todos los autos fueron iguales y todas las canciones sonaron iguales Y aquellas lágrimas me hicieron dudar de la existencia de un pasado, presente y futuro Y dudé hasta que me convencí de que los relojes no existen Y me olvidé de todo y busqué tu sonrisa entre las nubes Y después como siempre, en mi constante imposibilidad, te volví a soltar
Soltar para hacerte libre
Soltarme para escribir nuevas historias
Soltarte y poner el punto final a este capítulo de caras largas y mundos grises.
No vuelan las mariposas encerradas
No maravillan a nadie en jaulas
Y vi el manojo de llaves que tenía. Eran tantas que no pude contarlas. Llaves para abrir y cerrar, cerrar y abrir lo conocido y las cicatrices. Y las quise olvidar ahí en el asiento porque no me sirven ya esas llaves, ni tenerlas tatuadas en el cuerpo. No nos hacen y me pesan. Quiero dejarlas. Es tiempo, me dirían, y yo asentiría y lo intentaría.
Soltar para hacerte libre
Soltarme para escribir nuevas historias
Soltarte y poner el punto final a este capítulo de caras largas y mundos grises.
No vuelan las mariposas encerradas
No maravillan a nadie en jaulas
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