-¿Qué vas a hacer a partir de ahora?
-Voy a escribir una novela ¿Qué te parece?
-Me parece muy bien ¿Qué tipo de novela?
-Una buena novela. Buena para mí. Yo no creo que tenga talento ni nada de eso. Pero, como mínimo, pienso que si uno, cada vez que escribe, no se vuelve un poco más sabio, entonces no tiene ningún sentido escribir
-Claro
-Escribir para ti mismo...O escribir para las cigarras
-¿Las cigarras?
-Sí
julio 04, 2013
castillo de arena
Así fue que esa tarde, sin quererlo, sin buscarlo, lo construimos y quedó bien.
Y no importaba que estuviera tan cerca de la orilla, amenazado constantemente por el mar, ni tampoco que supiéramos que eventualmente cuando subiera la marea, durante la madrugada, desaparecería.
Porque no tenía que ver con que desapareciera.
Tenía que ver con que ella me había puesto arena en las manos, me la había cerrado para que sintiera la humedad en la palma y mirándome a los ojos, con esos ojos negros brillosos, me dijera que estaba determinada a crearlo.
Tuvo que ver con estar sentada en la playa, llenándome el cuerpo de arena, mojada, hablando de los osos y de los gustos de helado que deben elegirse cuando uno va a una casa si pretende quedar bien, mientras sólo parecían ser montones de rocas molidas sin forma.
El tiempo no existió y yo...
Yo no sé cómo fue que, cuando miré de nuevo, tras un termo de mate terminado y casi habiendo caído el sol, apareció ese castillo. Ella también estaba sorprendida, pero prefirió callar.
Con el costado del dedo índice hice círculos para terminar de darle forma a la entrada y cuando levanté la cabeza, la pude ver a unos metros, con una sonrisa gigantesca, porque había conseguido el palito para simular la bandera que colocaría en la punta de todo, celebrando una victoria.
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